
Que se representen en el teatro obras del dramaturgo no es noticia. Sin embargo, es importante recordar qué pasó en 1901 cuando se publicó Electra. Se trata de una obra que deja muy claros los ideales del autor. Se trata de un texto progresista, anticlerical que deja entrever una mirada de asombro a la vida contemporánea, sin acrónimos y con una brillante lectura bajo la dirección de Francisco Nieva.
Hay quien asegura que el motivo político que se aprecia en la obra no fue idea del propio Galdós, sino que fue la sociedad española de entonces la que quiso dar esta interpretación utilizando como base la obra del dramaturgo.
Su conflicto es el siguiente: una joven huérfana ingenua y alegre –Electra–, que ha sido acogida por sus tíos, de buena posición social y muy preocupados por la caridad, se ve de pronto presionada por su entorno para seguir los pasos de la religión o de la laicidad. Los personajes se sitúan en dos bandos: el religioso, en el que militan los tíos y Pantoja –personaje clave– y el laico, del que forman parte el marqués de Ronda y Máximo. Pantoja es un personaje siniestro, que hará lo que sea para que Electra entre en un convento; representa la reacción y el clericalismo. Máximo es un científico notable, que ama a Electra y quiere casarse con ella; representa el progreso. En este preciso momento de la obra; el 30 de octubre de 1901 el público se puso en pie y gritó “abajo los jesuitas”. Esto es algo que sorprende porque Galdós en ningún momento nombra a los jesuitas; muchos espectadores deben relacionar al personaje de Pantoja con el jesuitismo de la época y expresaron su ira a través del personaje.
Pero como todo, esto también tiene un trasfondo y es que en esa época una dama de buena familia prometida, acudió a la iglesia para llevar a cabo unos ejercicios espirituales dirigidos por un sacerdote jesuita. Los ejercicios finalizaron con el convencimiento por parte de la iglesia hacia la joven, que debía dejar la vida mundana que llevaba y entre a formar parte de un convento. Ésta es la parte en la que se puede llegar a entender la situación de la población de entonces, y cómo se llega a esa conclusión.
Así y sin Galdós pretenderlo se convirtió en el abanderado del anticlericalismo, que en cierto modo era una idea compartida y que ha hecho que el texto tuviera entonces, y ahora un éxito indiscutible.
Este montaje se va a celebrar con el motivo del centenario del teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. Con esta representación el director quiere poner el dedo en la yaga que iniciara Galdós y que aún no ha cicatrizado: enfrentamiento entre oscurantismo e ilustración, entre la razón y el fanatismo, entre ciencia y religión….
Con esta obra quedará recordado uno de los momentos en los que más auge tuvo el artista y, por el que difícilmente será olvidado. Una obra de Benito Pérez Galdós en el centenario de un teatro que lleva su nombre y como director de la obra Francisco Nieva, seguro, no tiene desperdicio.
ALBA DIAZ DE CERIO
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